1933

Nace en Cartagena de Indias, Colombia.
Fueron sus padres, Alejandro Álvarez Revuelta, abogado, escritor y periodista y Rebeca De Castro Salas. Tiene un hermano quien lleva el mismo nombre de su padre, Alejandro.

Inicia estudios de Bellas Artes en la Universidad Nacional de Colombia.

1951
1952

Continua estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, España.

Estudia en la Academia di Belle Arte de Roma.

1954
1956

Continua estudios en la Academie de la Grande Chumiere de París.

Realiza su primera exposición en Europa en la Galería Marcel Bernheim de Paris, el 25 de octubre.
Maxime Belliard, crítico de “L” Intercontinental de la France-Presse, reseñó de esta manera la obra de Astrid:
(Ver catálogos)
“La primera exposición de la talentosa pintora Astrid Álvarez, realizada en parís ha obtenido un éxito muy significativo por su novedad y las calidades plásticas que su pintura revela.

Astrid Álvarez, colombiana que hizo sus estudios en la escuela de Bellas Artes de Bogotá, ha venido a demostrar con su exposición un estilo personal, producto de conscientes búsquedas que la han despojado de influencias. Es el suyo un arte neo-figurativo en el cual la realidad forma una base saludablemente enriquecida por la imaginación gracias a los efectos de una transposición que poetiza el objeto, dándole su significado peculiar. 

Es este el resultado de una noble lucha con la materia, fortalecida por medios inéditos de expresión, por largas reflexiones, por sabias combinaciones y por una disciplina alerta que logra un conjunto espontáneamente racional sin perder la tradición de su tendencia objetiva.

Hay que recalcar que su pintura no teme utilizar audaces expresiones que constituyen un atractivo por la original visión ofrecida comunicando al espectador además del placer de ver, el de pensar.
La audacia pictórica no es suficiente ella sola para crear un arte. 

Muchos pintores modernos deberían meditar en la lección que con sinceridad y modestia ofrece Astrid Álvarez en esta lograda tentativa de crear algo nuevo con la escogencia de motivos, el equilibrio entre las líneas y los planos, la vivacidad de la Luz y la sorpresa de los contrastes.
Astrid Álvarez, comprometida en la grande aventura que significa la unión de lo concreto y lo imaginativo, logra transformar en ella misma la sensación que recibe del mundo exterior para forjar su visión personal y luego reconstruir ese mundo despojado de sus elementos accesorios, conservando solamente lo esencial, transformándolo en idea. Algunos planos obtenidos por grandes manchas de color sobre fondos cuidadosamente estudiados sirven para llamar la atención sobre un punto central generosamente iluminado.

La Luz a veces se presenta deslumbrante por la naturaleza y el sentido del asunto; el efecto resulta entonces pasmoso por esta convergencia – de las luces que iluminan los temas: “Bananas” “Tulipanes”, “Botellas ante el Espejo”, “pescados”, imponiéndoles su realidad con una fuerza singular.

Vienen luego composiciones de un carácter totalmente diferente donde se destacan las influencias de la cultura y de las técnicas modernas que relievan el contenido social y humano de cada realidad y de cada estado de alma: “Piedad”, “Desaliento”, “Interior en penumbra”, “La Espera” “Japonesa”, “Inacción” “Cabeza de muerto”, “Desesperanza” ,”Lechera”, y “Violinista” con líneas y actitudes diferentes ofrecen una justeza de expresión que indica el severo equilibrio y el severo equilibrio y el sentido instintivo de la composición.

Esta Exposición ofrecida en la galería Marcel Bernheim ha sido muy favorablemente acogida por la crítica y por los aficionados parisienses, subrayando en esta forma las indudables dotes de Astrid Álvarez, la destreza de su técnica, la sabiduría, de los contrastes y la originalidad de los conceptos, llevados a una extrema simplicidad cuya traducción plástica, voluntariamente sobria, sabe exaltar el esplendor del color llevando el interés hasta el final en el desarrollo de los temas.”

En el periódico «L’Information de noviembre de 1957 aparece lo siguiente: Astrid Álvarez. Colombiana nacida en Cartagena agrega a sus dones puros de pintora, una sensibilidad de artista. De lo cual resulta una gran fuerza en la composición donde la imaginación juega un gran papel.»

En la Radio y Televisión Francesa, Francisco Dpiaz Roceros, hizo la siguiente reseña de la obra: «La pintura de Astrid Álvarez es muy personal. Tiene algo que no tienen las otras. Es una concepción artística que agrada primero, retiene insensiblemente y deja después un regusto a fruta lozana, a pulpa suave y fresca. La pintura de Astrid Álvarez es suave como color de flor otoñal y está dispuesta de tal modo que se subdivide en grandes manchas que mantienen una jerarquía de valores dentro de un nivel que nunca se rompe. Son colores opacos, mates, aterciopelados, en los que predominan el amarillo y el verde. Además, el tema de sus telas es siempre interesante.”

1957
1958

Inicia su trayectoria docente como profesora de dibujo en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia.

Participa en varias exposiciones colectivas: en el denominado, Pequeño Salón de Arte Moderno en la Galería El Callejón de Bogotá; en el Salón de Pintoras Colombianas de la Universidad de América en Bogotá; y, en el XII Salón de Artistas Colombianos del Museo Nacional de Colombia en Bogotá.
Es profesora en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de los Andes hasta el año 1974.

1959
1960

Expone en la Galería de la Inquisición de Cartagena de Indias, luego en la Galería el Callejón de Bogotá.

Participa en varias exposiciones colectivas en la ciudad de Bogotá, entre otras: 13 pintores jóvenes en el Centro de Estudios Colombianos; Tres pintores jóvenes en la Universidad Externado de Colombia; y, en el XIII Salón de Artistas Colombianos en el museo Nacional de Colombia.

1961
1963

Expone en la Galería de Arte El Automático de Bogotá y de manera colectiva en el Museo Nacional de Colombia en la exposición denominada: El siglo XX y la pintura en Colombia. También participó en la exposición: Colectiva de profesores de las Universidades Los Andes y Jorge Tadeo Lozano.
Profesora en la Escuela de Arte de la Universidad Jorge Tadeo Lozano hasta el año 1974.

Exposición en la Galería de Arte El Callejón de Bogotá.

1967
1968

Participa en la exposición colectiva 80 años en Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia.

Expone en la Galería de Arte Moderno de Bogotá.

1971
1973

Diploma Honoris Causa de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

Exposición en la Galería de Arte El Callejón de Bogotá.
El Maestro Antonio Grass a propósito de esta exposición escribió lo siguiente:

“Cuando uno se enfrenta a los dibujos de Astrid Álvarez, lo primero que se piensa, es en la Profesora. Astrid Álvarez tiene varios años dedicados a la labor docente, en la Universidad Nacional, en el Colegio Mayor de Cundinamarca, en la que fuera famosa Escuela de Arte de la Universidad de los Andes, y ahora en la Escuela de Arte de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano.

Por esta razón, Astrid no es frecuente expositora, su catarsis, su fuerza creadora, se vuelca en la guía, en ese difícil abrir caminos, conducir, guiar sin destruir, aclarar y sacar a flote las ideas; que tal vez es más crítico que estar dedicado a una obra personal.

Es así, como muchos de los artistas jóvenes, que hoy están hablando en Colombia, a través de un lenguaje Plástico, han sido sus alumnos; y ella continúa en esa anónima, desagradecida y agotadora labor, de ser memoria de la humanidad y guía en todos los tortuosos caminos que tienen que seguir los artistas en embrión. 

Astrid Álvarez que hizo estudios de arte en Colombia, Madrid, París, y Roma, no quiere dejarse vencer por este peso fatal que cargan los Profesores, y de tarde en tarde, muestra su obra personal. Así lo viene haciendo desde el año 57, aquí y fuera del país, en los sitios donde se encuentre, renovando o adquiriendo nuevos conocimientos. Esta vez en la Galería El Callejón, donde siempre ha mostrado su obra, nos deja ver una nueva visión del mundo, distinta a su último grafismo. Como la mayor parte del tiempo la dedica a enseñar dibujo y color a diseñadores gráficos, Astrid ha tomado las técnicas y la forma más particular del dibujo de esta expresión.

La figura humana, su principal preocupación, fue reducida a formas elementales, esquemáticas, precisas, que únicamente indican un gesto, un movimiento; la desenvuelve en el espacio sueltamente, o le da el ademán y la acción de las figuras calcinadas de Pompeya, si no es que toman actitudes deportivas.

La línea que usa es precisa, sin acentos, de geometría orgánica. Su figura y objetos con los cuales crea la atmósfera, reciben leves toques de elementos gráficos como fumigados y suaves texturas, para acentuar la comunicación. Sí, algo muy sutil, pero presente hay en estos dibujos las figuras se debaten en la angustia; un querer y no poder, un tratar de alcanzar y encontrar la puerta cerrada; eso, muchas puertas cerradas hay en estos dibujos. Un juego de la llave que abrirá esa puerta, también está presente, de esa llave que permite abrir todo, pero que siempre está perdida, que va jugando, allá, adelante, en otro lado, que llega tarde cuando el hombre está caído. Hombres en parte vencidos son los hombres de Astrid Álvarez.

Astrid que es una buena maestra del color, lo usa en forma discreta, casi imperceptible, plano, sólo para acentuar un espacio como si temiera usarlo. Por esto la atmósfera general de la exposición es quieta, recóndita, suave, sin acentos violentos, únicamente moderados movimientos de este hombre anónimo, sin rostro, que va dejando su huella de frustración. Derrota es lo que flota en los hombres de Astrid Álvarez.”

1974
1975

Con la ayuda de su padre, funda Taller Cinco Centro de Diseño. Es su más grande obra, como ella misma lo ha expresado, más que su arte, dibujos y pintura.

Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá. Exposición denominada, 40 mujeres artistas.

Expone en el VII Salón de Artistas Contemporáneos Colombianos en Medellín.

Expone en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá.

1977
1987

Participa en la Exposición Colectiva, Mini Print Internacional en Cadaqués, España.

Exposición retrospectiva de Litografías en la Sala de Exposiciones de Taller Cinco Centro de Diseño.
En el catálogo de la exposición, quien fuera la directora de la carrera de Fotografía, Olga Maura Trapero, escribió lo siguiente:

“En el principio fue el hombre y su curiosidad por lo desconocido, por eso el impulso que lo condujo a descubrir su lugar en la tierra. Las obras agrupadas en la serie La Barca de Caronte, de Astrid Álvarez, son un reto a la reflexión, a la decodificación de los misterios que nos agobian, es una invitación a navegar en un viaje a la semilla, donde la atmósfera onírica nos revela el instante supremo del tránsito sagrado a través de las aguas subterráneas, en el oscuro dominio del rey Hades.

La presencia del agua en el tránsito del mundo de los vivos al mundo de los muertos, lo encontramos como mito paradigmático en las culturas sumerias, babilónicas, griegas, chinas, en los pueblos indígenas amazónicos, en los pueblos africanos … En estas litografías las aguas negras (morada de los seres transidos por el dolor y las culpas) impiden la huida. Nadie escapa a su destino.

Astrid Álvarez crea un escenario atemporal donde los personajes, son transportados en la barca del colérico Caronte quien pide en pago a su labor un óbolo (razón por la cual los griegos depositaban una moneda en la boca de sus murtos). El viaje incierto culmina en una geografía rocosa, de cuevas misteriosas y cuatro ríos: el de las penas, el del fuego, el de los lamentos y el del olvido. En Erebo y Tártaro son juzgadas las almas de los viajeros. Si han llevado una vida deshonrosa se quedan en las aguas amargas y estancadas de cualquiera de los ríos. Si son declarados inocentes de toda culpa, van junto a Cronos soberano de los Campos Elíseos, idílico paraje donde las almas concebidas como sombras de sus identidades anteriores disfrutan de la placidez, el ensueño y la felicidad en perenne armonía con la música y los juegos.

De este contexto mitológico son extraídos los personajes de las obras de Astrid Álvarez, no obstante, podemos encontrarlos en otras partes, bajo otras formas. La descontextualización hecha de modo exprofeso, así como la forma de abordar lo conceptual, nos dan indicios de cierta filiación de esta artista plástica a concepciones estéticas de la postmodernidad.

Los personajes fuera de sus contextos se nos revelan como un referente de lo trascendente, como signo mágico. Tal es el caso del frágil caballito de mar convertido en corcel de las almas atormentadas. El pingüino de tierras heladas que es también un raro pájaro mudo de pico curvo, propio de las selvas tropicales insertado en hábitat ajeno. La barca que es nave, cráneo, animal navegante. En la proa fatigado, adormecido, el anciano Caronte. Adán y Eva, arquetipos primigenios judeocristianos, ahora formando parte de esa comunidad de desterrados sin rostros, exponiéndose a la caída junto al árbol del bien y del mal, origen de la vida y de la muerte.

Expresiones duales, representaciones del mundo vegetal y animal conforman fragmentos de realidades interrelacionadas con irrealidades. Los efectos de sombras y luces descubren o esconden a seres desgarrados, atados a sí mismos, intentando infructuosamente zafar las amarras. Es el reino del dolor, de la angustia, en una confrontación donde él Nos que te ipsum (conócete a ti mismo) ya no tiene sentido porque el yo, ya no es una identidad, está bajo eterna condena. La simbiosis entre lo figurativo y lo abstracto sirve como soporte en toda la propuesta y define el modo de expresión de la creadora.

La incursión en la foto-litografía a modo de búsqueda, de experimentación, con el verde y el ocre arroja resultados inesperados a partir de la incorporación de una imagen fotográfica recreada en barridos, captada fuera de foco, superpuesta a elementos que aportan texturas, creando un conjunto de imágenes inéditas. 

El trazo delicado como filigrana describe movimientos circulares significando el caos que envuelve y atenaza con invisibles cadenas a los condenados a las penas, a los lamentos, al fuego, al olvido…
En el imaginario de Astrid Álvarez conviven los miedos, las inquietudes, los apegos, los anhelos, las ilusiones, los sentimientos, las sensaciones que definen nuestra estancia en el reino de este mundo, con la convicción de que habrá otro día en que ya no seremos lo que somos, y podremos exclamar, como el poeta Píndaro ante las puertas del Averno: “Seres de un día, el hombre es el sueño de una sombra”.

2003